En todo el mundo, 47,5 millones de personas padecen demencia, una enfermedad que conduce, inevitablemente, a un grave deterioro de las capacidades mentales. Solo en Estados Unidos, cada 66 segundos se diagnostica a alguien una demencia, cuya forma más común es la enfermedad de Alzheimer.

Afortunadamente, las personas que viven con Alzheimer obtienen una serie de beneficios de la actividad física, como un mayor flujo sanguíneo al cerebro, que mejora la cognición, fomenta patrones de sueño saludables y facilita una mejor interacción social.

Al mismo tiempo, los afectados suelen tener dificultades para desenvolverse en el entorno que les rodea: espacial, auditiva, intelectual y socialmente. Y, en varios países, las leyes o normativas exigen que las empresas y los lugares públicos faciliten el acceso a las personas con discapacidades como el Alzheimer. En Estados Unidos, la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA) es una de ellas.

La pregunta entonces es, ¿cómo pueden los clubes IHRSA acomodar a esta población? Para responder a esa pregunta, conviene tomar nota de lo que están haciendo dos instalaciones canadienses.

El Instituto del Bienestar del Hospital General Seven Oaks

Este centro médico de fitness certificado de Winnipeg (Manitoba, Canadá) dirige un programa de ocho semanas, Mentes en movimiento, en colaboración con la Sociedad de Alzheimer de Manitoba, para personas con demencia leve a moderada. Durante dos horas a la semana, personal certificado del gimnasio dirige sesiones de ejercicio y, a continuación, el personal de la Sociedad de Alzheimer de Manitoba facilita actividades mentales socialmente estimulantes. Para garantizar la seguridad de cada participante, se utiliza un sistema de compañeros: todos los que participan en el programa se apuntan con una persona de apoyo, como un familiar o un amigo. O se les empareja con un voluntario de la Sociedad.

Karin Whalen, directora de servicios comunitarios del Instituto del Bienestar, atribuye el éxito inicial y continuo del programa a la asociación del instituto con la Sociedad de Alzheimer de Manitoba, que sirve de recurso para la formación de instructores y el asesoramiento general.

Para empezar, The Wellness Institute se ofreció voluntario para ser el lugar piloto del programa Minds in Motion. Del mismo modo, Whalen sugiere que se ponga en contacto con un grupo de Alzheimer de su zona para ver si puede hacer algo similar.

Centro de fitness Northwood Pauline Potter

Situado en Northwood, un centro sin ánimo de lucro de vida independiente y cuidados de larga duración de Halifax (Nueva Escocia, Canadá), el Pauline Potter Fitness Centre se enorgullece de ser el primer gimnasio de Norteamérica diseñado específicamente para personas con demencia. Se inauguró hace un año en colaboración con especialistas de la Universidad de Stirling (Escocia).

Natasha Handspiker, directora de fitness del centro, señala varias buenas prácticas que garantizan tanto la inclusión como la seguridad: un diseño estratégico y un personal que apoye, una cuidadosa incorporación de los socios y la comunicación con los cuidadores.

En cuanto a la distribución, las paredes, el suelo y los equipos tienen colores diferentes. Las unidades de equipamiento están dispuestas en círculo, con un miembro del personal en el centro, y cada una tiene una ayuda visual que los socios pueden consultar durante el entrenamiento.

Como ese miembro del personal tiene una visión de 360 grados, puede proporcionar ayuda, indicaciones o recordatorios, según sea necesario. Para asegurarse de que tienen los conocimientos y la confianza necesarios para trabajar con estos pacientes, reciben formación interna sobre los retos de vivir con demencia.

Antes de ingresar en el centro, todas las personas deben rellenar un cuestionario de información sanitaria, que incluye preguntas sobre la demencia. Los que padecen la enfermedad reciben un formulario que debe rellenar su médico, en el que se pide el historial de forma física del paciente y una recomendación de régimen de ejercicio. El formulario se actualiza tres veces al año para controlar la progresión de la enfermedad.

La comunicación con los cuidadores es clave para proporcionar un entorno agradable en el centro. Si el miembro empieza a mostrar cambios de comportamiento perturbadores, el centro debe trabajar con el cuidador para garantizar el acceso a la actividad física. Por ejemplo, el miembro podría trasladarse a un centro de cuidados a largo plazo con ofertas recreativas.

En lugar de un programa formal, ¿qué puede hacer si sabe que un socio padece Alzheimer? Si está claro que su ajetreado club les resulta abrumador, puede sugerirles un entrenamiento individual o ejercicios en grupo.

También puede preguntar si el socio se sentiría más cómodo trayendo a una persona de apoyo al club (sin coste alguno).

Por último, si ya está trabajando con esta población, su experiencia será valiosa para otros miembros de la IHRSA. Para compartir lo que ha aprendido, realice la encuesta de promoción de la salud de tres minutos de IHRSA.